Asumamos el riesgo
Como coaches, a menudo animamos a nuestros clientes a asumir riesgos para alcanzar sus metas. Pero también es importante que nosotros asumamos riesgos en nuestro enfoque de coaching. Me gusta llamarlo coaching de rama delgada—aventurarnos en esa rama precaria donde las recompensas son mayores, pero también hay el potencial del fracaso.
Las personas valoran el coaching porque no quieren solo jugar a lo seguro. Realmente quieren tener un gran avance. Para facilitar eso, tanto el coach como el cliente deben estar presentes, dispuestos y con la mente abierta. Nos arriesgamos porque sabemos que podemos quedarnos estancados en la rutina, y tomar riesgos abre nuevas posibilidades.
Enfoques creativos para el coaching
Una forma en que asumo riesgos en mi coaching es mediante el uso de técnicas creativas para eludir la mente racional. Las metáforas son una herramienta poderosa para esto, ya que ayudan a los clientes a ver sus situaciones desde nuevas perspectivas. Por ejemplo, una vez usé la metáfora de una mochila llena de rocas pesadas para ayudar a un cliente a visualizar y abordar sus cargas. Le pedí que nombrara una roca que pudieran sacar para sentirse más ligero, y esto condujo a un avance significativo.
Tengo un amigo y colega coach, Richard LeBoon, PhD, PCC, quien se hace llamar el coach de metáforas. Frecuentemente tomamos café, y siempre le pido que me cuente más sobre metáforas y lo último en eso. Richard a menudo me recuerda que a veces el cliente trae la metáfora, y a veces, como coaches, ofrecemos una metáfora. Sus ideas han sido invaluables para ayudarme a refinar mi enfoque.
Usar metáforas, cantar, caminar—cualquiera de estos enfoques puede abrir la creatividad. La clave es encontrar formas de acceder a diferentes partes del cerebro y desbloquear nuevas perspectivas.
Aceptar el fracaso
Es importante recordar que no todos los riesgos que tomamos darán frutos. A veces una metáfora o pregunta caerá en saco roto. Pero eso está bien—de hecho, puede ser realmente bueno cuando algo fracasa, porque podría llevar al cliente a pensar en otra cosa. Avanzamos con valentía, sabiendo que las recompensas potenciales superan los riesgos.
El rol del coach
Como coach, nuestro trabajo es crear un espacio seguro para que los clientes asuman riesgos. Necesitamos estar dispuestos a probar nuevos enfoques, incluso si no estamos seguros de que funcionarán. Al mismo tiempo, debemos estar en sintonía con los niveles de comodidad de nuestros clientes. Algunas personas están más abiertas a técnicas creativas, mientras que otras prefieren un enfoque más directo.
La clave es conocer a nuestros clientes—cómo reciben nueva información, cómo procesan, cómo piensan. Esto nos permite adaptar nuestro enfoque a lo que será más efectivo para cada individuo.
Al final, el coaching se trata de ayudar a los clientes a lograr avances y crear cambios positivos en sus vidas. Asumir riesgos—tanto como coach como cliente—a menudo es necesario para que eso suceda. Al estar dispuestos a aventurarnos en esa “rama delgada”, abrimos nuevas posibilidades y caminos hacia el crecimiento.
Así que la próxima vez que estés haciendo coaching, te animo a asumir un riesgo. Prueba una nueva técnica, haz esa pregunta desafiante o usa una metáfora inesperada. Podrías sorprenderte de los avances que resultan.