En una sesión de coaching de un estudiante, me di cuenta de algo que llamó mi atención. El cliente había hecho un comentario con una voz y energía intensas, mostrando mucha molestia y enojo. El coach no preguntó al respecto en ese momento, pero unos cinco minutos después, cuando la conversación había avanzado, el coach dijo: “¿Podemos volver a tu respuesta enojada de hace cinco minutos?”
De repente, toda la sesión de coaching estaba siendo dirigida por la agenda del coach. Al dar retroalimentación, discutimos que, si bien los coaches pueden compartir observaciones, es importante considerar cómo se presentan. Un enfoque mejor podría haber sido: “¿Podemos pausar un momento? Si esto te resulta útil, déjame saber. Observé ____. ¿Te gustaría hablar más sobre eso? De lo contrario, estoy bien con dejarlo pasar.”
A veces, las observaciones brillantes deben dejarse pasar si el cliente no las toma. La idea es anotar la observación y luego dejar que la persona decida si quiere explorarla más. En este caso, el coach no estaba realmente preguntando sobre el momento de enojo por el bien del cliente, sino más bien porque quería discutir su observación inteligente.
Es natural que los coach, especialmente al principio, sientan la necesidad de decir algo brillante o perspicaz para validar su valía y asegurarse de que el cliente obtenga valor. Recuerdo que hace veinticinco años, cuando la gente empezó a pagarme, sentía que tenía que aportar algo realmente brillante. Sin embargo, este enfoque pone las necesidades del coach por encima de las del cliente. La conciencia es clave: los coach deben preguntarse para quién están actuando al hacer una observación o una pregunta.
Incluso los coach experimentados pueden caer en esta trampa, especialmente cuando trabajan con un cliente a largo plazo. Después de abordar los grandes problemas, uno se acomoda con el otro y el trabajo se desplaza a la refinación. Lo importante es mantenerse sintonizado con lo que el cliente quiere discutir, en lugar de apegarse a las propias observaciones.
Verificar diciendo, “¿Podemos pausar un momento? Me pregunto si esto es algo importante para discutir más,” permite al cliente decidir. Siempre y cuando no se haga constantemente, esto da espacio para compartir observaciones manteniendo la agenda del cliente en el centro.